En su nivel más básico, los síntomas de la siringomielia se caracterizan por la formación de un quiste (un saco lleno de líquido) en el canal espinal. Aunque inicialmente el quiste puede tener poco o ningún impacto en la función neurológica, a medida que aumenta de tamaño ejerce presión sobre los nervios presentes en la columna, lo que hace que las fibras nerviosas dejen de funcionar de manera efectiva. El tejido nervioso comprometido puede provocar una amplia gama de síntomas, según la ubicación del quiste, que a su vez determina qué nervios están afectados. Sin un diagnóstico y tratamiento adecuado, el quiste puede provocar daños nerviosos irreversibles, además de seguir creciendo, afectando a un mayor número de nervios a medida que lo hace.
Una variante de la siringomielia, el síndrome de Arnold-Chiari, ocurre cuando parte de la porción inferior trasera del cerebro (el cerebelo) se desarrolla anormalmente de modo que se extiende fuera del cráneo y hacia la parte superior de la médula espinal cervical (en el extremo mismo). parte superior del cuello). Esta malformación puede provocar que se desarrolle un quiste, también conocido en este contexto como siringe, en la región cervical del canal espinal. Esta es una forma potencialmente grave del trastorno, ya que cuanto más arriba se produce la compresión de la médula espinal, mayor es el número de nervios afectados.
El síndrome de Arnold-Chiari y la siringomielia pueden ser bastante difíciles de diagnosticar, ya que la presentación de los síntomas puede ser muy variada. Muchas personas permanecen asintomáticas durante largos periodos de tiempo. El inicio puede ser gradual o rápido, dependiendo de la progresión del quiste. La ubicación del quiste determina el conjunto exacto de síntomas, ya que los nervios contra los que presiona afectarán cada uno de ellos a una función o parte del cuerpo en particular. Por ejemplo, una siringe en la zona lumbar o sacra (área inferior) de la columna puede provocar dolor en las piernas, dificultades para caminar o incontinencia mientras la parte superior del cuerpo permanece libre de síntomas.
Un quiste puede formarse después de una lesión en la médula espinal o puede ocurrir debido al crecimiento de un tumor. Los síntomas pueden incluir debilidad muscular, entumecimiento y hormigueo, dificultades para detectar la temperatura, incontinencia y sudoración anormal. Debido a que los síntomas son de naturaleza genérica y pueden confundirse con otras afecciones, la resonancia magnética (una resonancia magnética) generalmente está indicada como herramienta de diagnóstico. Esto brinda una visión clara de la médula espinal, lo que permite a los médicos identificar la presencia de una siringe, un tumor u otra obstrucción espinal. Una vez encontrada la causa de los síntomas, se puede desarrollar un tratamiento adecuado.
El tratamiento depende de la ubicación de la siringe y de la gravedad de los síntomas que provoca. La extirpación quirúrgica o el drenaje de una siringe nunca se toma a la ligera, debido a la naturaleza increíblemente delicada de la médula espinal y las graves consecuencias si se produce un daño adicional a los nervios como resultado de la intervención. Este es particularmente el caso en el que se ha identificado el síndrome de Arnold-Chiari, ya que el quiste se encuentra en una zona tan alta de la columna vertebral que cualquier daño durante el tratamiento tendrá efectos nocivos máximos. Drenar el quiste es la opción menos riesgosa, pero puede requerir repetición periódica ya que puede volver a llenarse con el tiempo. Siempre que no se haya producido daño permanente a los nervios, aliviar la presión causada por la siringe normalmente resulta en un alivio parcial o completo de los síntomas, proporcionando un alivio considerable a los pacientes.